Mientras en América progresaban numerosos grupos que buscaban y discurrían en busca del trigo escondido, la todopoderosa Iglesia católica sufría penalidades jamás pensadas. A principios de siglo, se vio obligada a eliminar su brazo de poder más contundente, la Inquisición española, en un proceso que se inicio en 1812, y aunque durante un breve periodo se restauró, se hizo definitivo en 1834. Esto gracias a la conquista del Reino de España por las fuerzas de Napoleón, que con su sentido revolucionario de libertad e igualdad, obligó a la iglesia a desmantelar los residuos de esa sanguinaria maquinaria de tortura, que había aniquilado a miles de judíos, mozárabes y protestantes. De hecho en 1826 se efectuó la última ejecución oficial por parte del tribunal inquisitorial, se trataba del maestro de escuela Cayetano Ripoll, ejecutado en Valencia el 26 de julio de 1826 acusado de haber enseñado los principios deístas, o la creencia en un Dios, basado en la razón, no trinitario ni acorde a los credos de la Iglesia. Así se cerraba el capitulo más oscuro de la Iglesia Católica Romana.
Para añadir más derrotas, llegarían en las primeras décadas las famosas desamortizaciones españolas, como la de Mendizabal en 1834, que acabaron con gran parte del poder económico, o por lo menos patrimonial que ostentaba la iglesia hasta ese tiempo. Otro puntillazo doloroso para la Iglesia romana, fue la pérdida de los estados pontificios, en un proceso, que se inicio en 1814, también con Napoleón de protagonista, y que tras una serie de perdidas y recuperaciones, se consolidó en 1870, con la ayuda del canciller Otto Von Bismark, quien forzó a que se estableciera el Reino de Italia con Víctor Manuel II a la cabeza.
Por otro lado, la crisis de liderazgo de la Iglesia, en el siglo XIX, sobre todo en el mundo anglosajón, donde como hemos visto surgían grupos religiosos con grandes miras y el conocimiento bíblico se iba abriendo camino, contrasta con el dominio absoluto en toda Latinoamérica y parte de África, donde si bien muchos estados fueron librándose del colonialismo europeo, sin embargo mantuvieron la hegemonía espiritual de la Iglesia de Roma y dejaron poco espacio a los nuevos movimientos cristianos. Los nuevos estados surgidos de la liberación del yugo colonial europeo, mantuvieron a la Iglesia como útil herramienta para mantener al pueblo en ignorancia religiosa y cultural. Solo México, con una revolucionaria y muy adelantada manera de ver las cosas, decidió separar estado de iglesia, cuando en 1859 el gobierno de Juárez, decretó la famosa "Ley de Nacionalización de los Bienes Eclesiásticos", amortizando los bienes del clero y separando legalmente a la Iglesia Católica del Estado.
En 1869, se convoca el concilio Vaticano I, por parte de Pío IX, Este mismo papa, unos años antes se había sacado de la manga la solución al tema de María, un tema discutido desde la época de Nestorio en el siglo V, el dogma de la inmaculada concepción de María. Aquel dogma venía a decir que puesto que se considera a María, la madre de Dios, esta no podía ser imperfecta o de nacimiento humano y por tanto tuvo que tener un nacimiento por Espíritu Santo, como el propio Jesús, aquel dogma decidido y aprobado por el papa, sin necesidad de concilio, no fue del todo bien visto por muchas diócesis católicas. También fue el mismo papa que atacó los movimentos religiosos surgidos en America y a las sociedades biblicas, que le traían de cabeza.
Pio IX, el papa que se hizo infalible por decreto.
Bien pues en ese tiempo, Pío IX, tenía otro problema serio, estaba en plena pugna por el mantenimiento de los estados vaticanos, y no se le ocurrió otra cosa que querer establecer la infalibilidad papal, como dogma, a fin de mantener la hegemonía sobre los pocos gobiernos que aún le respetaban. La solo idea de pensar que todos los papas anteriores habían sido infalibles, era inconcebible en la mente de muchos cardenales y obispos europeos, sobre todo recordando los muchos predecesores que habían sido conocidos por su inmoralidad, codicia y malas decisiones. Muchos de los presentes en el concilio, recordaron las grandes disputas que hubo entre unos y otros, las luchas de poder, el nepotismo, simonía y otros terribles pecados atribuibles a muchos papas de la antigüedad. Todavía se recordaba el caso del Papa Esteban VII (896-897) que llevó al Papa Formoso (891-896) a juicio en el año 896, la pugna de los tres papas en el siglo XIV. Estos argumentos fueron los que utilizaron los opositores a dicha doctrina para opinar desfavorablemente de tal discusión. Sin embargo, las voces contra tal doctrina se oían más desde fuera que dentro del palacio papal donde se celebró, de hecho muchos obispos se negaron a tratar dicho tema y prefirieron no acudir; otros no pudieron viajar por causa de la guerra franco-prusiana y la situación de los estados pontificios, rodeados por el ejército italiano para la unificación. Otros, fueron de alguna manera invitados a abandonar el concilio, sobre todo opositores a la infalibilidad. Con lo cual, de los 1089 ministros que se supone debían aprobar las decisiones, solo había poco más de 500, y la mayoría favorables a Pío IX y su infalibilidad. Según algunos autores y testigos del momento, hubo intrigas, negociaciones, compra de votos con promesas de prosperidad, y presiones y amenazas para los que no la apoyaran.
Con ese trasfondo, surgen las primeras grietas dentro del mundo católico de este siglo. Así en Alemania, la mayor parte de los obispos se revelan en contra de la doctrina de infalibilidad papal y lanzan una carta de protesta al papa, que desoye de forma arbitraria. Muchos intelectuales, y clérigos de Suiza, Austria, Polonia y por supuesto Alemania, decidieron separarse de forma definitiva de la iglesia romana por no aceptar tal doctrina. Algunos de estos ya habían repudiado la doctrina de la inmaculada concepción, por no reconocerla como bíblica, pues en ninguna parte de los pasajes bíblicos aparece referencia al nacimiento, milagroso o no de María. Así en 1871, se forma la que se conoce como Iglesia Católica Apostólica Antigua, o más conocidos como veterocatólicos. Pero en realidad, el nombre de iglesia antigua o veterocatolica, surge después, cuando en 1889 el grupo rebelde, se une con otro movimiento ya existente en Utrecht, Holanda. Se trata de un grupo que apoyó a los jansenistas y los escritos de un tal Pasquier Quesnel. En 1671 Quesnel había publicado un libro titulado " Resumen de la moral del Evangelio". El cual contenía los Cuatro Evangelios en francés, con explicaciones breves anotadas del texto, sirviendo al mismo tiempo como auxiliares para la meditación. Mas tarde publicó una versión ampliada en 1678, conteniendo un texto anotado en francés del Nuevo Testamento, y una edición posterior en cuatro volúmenes apareció bajo el título "El nuevo testamento en francés acompañado de reflexiones morales en cada verso, para permitir una lectura más útil y la meditación mejor asistida."
Quesnel, animaba a leer las escrituras y meditar, aunque entre sus doctrina incluía un acercamiento a las ideas sobre la gracia y predestinación calvinista, y rechazaba los castigos impuestos por la iglesia, tales como la excomunión y otros. Y abogaba por una espiritualidad basada en un entendimiento de la moral cristiana. Aquel grupo de Utrecht, pese a la bula papal llamada "Unigenitus", preparada para condenar no solo el jansenismo, sino los escritos de Quesnel, siguieron haciendo uso de sus escritos. Después de varios intentos porque aceptaran, decidieron crear en 1713 su propia iglesia, llamada "Viejos Católicos". Los miembros descontentos por las decisiones del concilio Vaticano I, fueron organizados y dirigidos por dirigidos por Johan Joseph I. Von Döllinger, teólogo e historiador alemán, quien escribió algunos libros relacionados con la historia eclesiástica y en los que a menudo condenaba los errores papales. Junto con Döllinguer, estaba Johann Friedrich, quién se esforzó por unificar a esta corriente contestaria, fragmentada ya en varias comunidades centroeuropeas. Así fue como surge la comunión con la iglesia de Utrecht y esta se refunda, llegándose a denominar iglesia veterocatolica.
Johan Joseph Ignaz von Döllinger, uno de los fundadores del movimiento veterocatólico----------------------------->
A esta iglesia salida de Utrecht, se unió después la Iglesia nacional polaca de los Estados Unidos, fundada en Scranton Pennsylvania en 1897, y la Iglesia independiente filipina, conocida como Aglipay, con la que mantiene comunión sacramental desde 1965. La Iglesia veterocatólica ha reconocido la validez de las ordenaciones anglicanas en 1925, y desde 1932 mantiene total intercomunión con las Iglesias anglicanas, así se dio inicio a un acercamiento cada vez mayor con esta tendencia anglicana, lo que ha llevado a aceptar ciertas costumbres, como la ordenación de mujeres como sacerdotes, y otras más liberales, con las que el anglicanismo trata de no perder adeptos.
En la actualidad afirman tener cerca de dos millones y medio de miembros, si bien siguiendo la tradición católica, la mayoría son tan solo miembros pasivos, con un clero. Por otro lado mantienen la base doctrinal surgida de Nicea en el siglo IV, tales como la trinidad, el infierno de fuego y otras tantas doctrinas.
Doctrinas básicas veterocatólicas
Las diferencias básicas de la iglesia antigua o veterocatolica, frente a la católica romana, se puede resumir en los siguientes preceptos:
-Los veterocatólicos afirman aferrarse a la tradición antigua de la Iglesia, que salvaguarda la Sagrada Escritura de ulteriores tradiciones humanas. El rechazo de la infalibilidad papal tiene ahí su razón de ser.
-En mariología, hay un rechazo total a los dogmas de la Inmaculada Concepción y de la Asunción corporal de María a los cielos. María es, no obstante, venerada en días especiales según la liturgia antigua, así como los santos. Aunque Evitan hablar de culto a los santos y parece que no tiene imágenes en sus templos, pero mantienen cierta veneración por algunos santos católicos.
-Es aceptado el triple ministerio del diaconado, presbiterio y episcopado, constituyéndose así el sacramento del orden.
-No aceptan el celibato obligatorio para los sacerdotes, así como el episcopado monárquico. -Aunque hay un reconocimiento explícito del primado de Pedro, no se admite una sucesión directa del ministerio, tal como defiende la Iglesia católica. Los obispos son elegidos por los sínodos, los clérigos y los laicos gozan de igualdad en los sínodos y los clérigos pueden contraer matrimonio.
-Si bien aceptan los llamados siete sacramentos, tres de los cuales poseen carácter indeleble, han eliminado algunos rituales típicos del catolicismo tradicional, como son la confesión auricular, es decir confesarse ante un sacerdote, lo hacen ante dios y punto. El bautismo puede ser administrado por inmersión, infusión o aspersión. Las misas se celebran en la lengua vernácula en la mayoría de las iglesias y no en latín, ni de espaldas, y la comunión se distribuye siempre bajo las dos especies.
-Si bien respetan el ministerio del Papa como obispo de Roma, no lo reconocen como la única persona que tiene la potestad de definir la doctrina en cuestiones de fe y moral, sino opinan que toda la iglesia debe decidir sobre doctrinas.
Así, si bien se alejaron de la Iglesia, en vista del derrotero de papismo que el dogma del Vaticano I, iba a y de hecho ha conseguido, al considerar a los papas como santos y sin tacha. Sin embargo los veterocatolicos no han conseguido una vuelta a los orígenes cristianos, tan solo han dado unos pocos pasos atrás y otros adelante, pero que no son suficientes para pensar que encuentren el trigo verdadero.
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