Uno de los más acreditados cubos de basura
televisivos es TELECINCO. En su programación hay toda clase de detritus,
desechos y organismos en putrefacción pero que, con las facilidades que da el
sistema, consiguen una audiencia más que notable. Y es que el citado sistema ha
conseguido deteriorar y pudrir la sensibilidad y el buen gusto en toda clase de
campos, especialmente en el de la televisión.
Un día decide lanzar al aire un programa sobre la Familia de Franco, que
ha tenido la habilidad de irritar a tirios y a troyanos, y eso que el programa
titulado “Nada es igual sin Franco” entra dentro de lo comúnmente
conocido como tele-basura. La
presentadora, Emma García, una joya muy acreditada en esas lides de la
programación basura, hizo, como fiel “voz de su amo”, una sectaria, breve y
sucia biografía del “Dictador”. Nos imaginamos que tal biografía la hizo para
aplacar a aquellas cochineras que pudieran considerar que el programa podría
representar un intento para mostrar un aspecto más humano de Franco.
No
entendemos la presencia de un nieto de Franco en semejante lugar, que tuvo que
soportar toda clase de humillaciones y desprecios, a menos de que, lo que cobrara por sentarse frente a una
pequeña jauría, le compensara económicamente.
Hemos de decir que hacemos estos
comentarios después de oír los de aquellos que vieron el programa o por lo que
hemos captado nosotros en internet, por eso pedimos disculpas por si hay algún
error.
Tuvo que someterse con cara de palo, con alma de cántaro, al sistema
habitual en estos programas basura de la pregunta grito, de no dejar terminar
una respuesta, de que el preguntador eleva la voz para superar la de otro de
distinta calaña, los ataques más brutales a su intimidad o a la de su familia,
especialmente a su madre En determinado momento alguien le preguntó si
efectivamente su madre era hija de Ramón Franco y no de quien él consideraba su
abuelo. Su falta de habilidad, garra y saber estar para responder a ésta y
otras intervenciones, era desesperante, según me confirmaron unos amigos que
soportaron el programa. También llegó a confesar que el apellido Franco le
había pesado… Las respuestas más acertadas y lógicas eran acalladas
inmediatamente sin que él reclamara el derecho a terminar de exponerlas…
Apareció en su momento programado ese
personaje, entre enano rufián y payaso bellaco, Giménez Arnau, un vividor,
gorrón y sablista impenitente. Cuando su padre era embajador de España en Roma,
solía acudir por allí exclusivamente para sablearle. Conocemos testigos de
estos hechos. Nos dijeron que la recopilación de barbaridades dichas por tal
personaje, que el nieto de Franco soportó sin la menor reacción, fue desesperante.
Insistimos en que nosotros sólo pudimos
soportar una mínima parte de aquel espectáculo, y que gracias a internet y a
algunos amigos, hemos podido conseguir más información. Y de esta forma también
nos hemos enterado de cómo se ha agitado, de forma increíble, la pestilente cochinera
progre. El espectáculo de los cerdos, todos de la misma raza degenerada,
lanzando sus repelentes chillidos al unísono por internet, ha sido
abracadabrante. Citemos a algunos de ellos, empezando por uno de los líderes de
las realizaciones basura, que responde al raro nombre de Juan de Lu De Paolis.
Otro chillón es ese Bardem con cara de tonto de pueblo que, enseñando sus
encías, monta en cólera y llama a Franco “Su Excremencia”, precisamente él que
no pasa de boñiga titiritera. Le acompaña un tal Monzón que suele autollamarse
el “Gran Wyoming”, un malencarado, raro y feo espécimen de gorrino progre, con
cara de “macamen”, espécimen de cerdo humanoide muy difícil de soportar (y ver).
No podía faltar un gilipollas con melenas, al que le gusta llamarse “Pocholo”,
una especie de eminencia en estos programas basura. También se revuelcan en la
cochinera dos periodistas, un Fernández y un López cuya filiación y raza
desconocemos. De la pocilga vecina, la catalanista, surge el grito destemplado
de Pedro “Pere” Martí Colom que considera el programa como una justificación
para la independencia. Y hasta aparece una rumana, mal catalanizada, apellidada Ionescu que
considera el programa como nostálgico del Franquismo.
El espectáculo, sino fuera porque la
mierda cuanto más se agita huele peor, podría
haber sido considerado como admirable.
El poder de difusión de vilezas como ésta
de Telecinco, es similar al de otros programas, habiéndose conseguido una
mentalización de la sumisa sociedad española de tales dimensiones, que sólo
mencionar el nombre de Franco, el personal votante o pagador de impuestos
frunce el ceño. Y el blindaje de estas cochineras es de tal calibre que jamás
se encuentra ninguno de estos cerdos parlantes con la respuesta adecuada e
inmediata. Sólo a toro pasado, en el mundillo de internet o en publicaciones
afines de poca tirada, se comentan o se refutan estas vilezas.
La algarabía de estas cochineras en la noche
de Telecinco ha sido espectacular y, todo, por un simple programa basura
Nos hemos dado cuenta, bueno, lo
hemos comprobado una vez más, el intento de las tinieblas de dominar a la luz,
ese submundo draculino se quiebra cuando asoma el sol, y ante la simple sombra
de una cruz, la rabia les destroza. De ahí la existencia, como había antes en
los teatros, de un telón metálico que impida la propagación del fuego, que haga
imposible la reacción inmediata y oportuna. La impunidad de las cochineras está
conseguida.
.
Blas de Lezo,
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