EL PRIMER FASCISMO ESPAÑOL: LOS “HIJOS DE MALASAÑA” Y LA LIGA PATRIÓTICA ESPAÑOLA
Una de las escasas fotos de Ramón Sales Amenós en diciembre de 1919, en un acto de homenaje al general Severiano Martínez Anido
HACE 90 AÑOS NACIÓ EN BARCELONA EL PRIMER FASCISMO ESPAÑOL. Su
promotor fue Ramón Sales Amenós, un carlista de acción leridano, nacido
en La Fuliola, que pasó a la historia por fundar oficialmente en octubre
de 1919 el Sindicato Llibre. Esta organización se enfrentó a tiros a la
poderosa Confederación Nacional del Trabajo [CNT] en el marco de una
“guerra social” que conmocionó Barcelona.
El Libre logró un importante protagonismo en los años veinte, pues
bajo la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923-1930) se
extendió por toda España como Confederación Nacional de Sindicatos
Libres [CNSL] e igualó en afiliados a la Unión General de Trabajadores
[UGT] socialista. Así, en 1929 la organización dirigida por Sales tenía
197.853 miembros y más de un 40% residía fuera de Cataluña (unos
81.000).
La Liga Patriótica, los primeros fascistas
Pues bien, en los meses previos a la creación del Sindicato Libre,
Sales perteneció y promovió el primer colectivo ultrapatriota que surgió
en el país: la Liga Patriótica Española [LPE]. Ésta configuró un ente
ultraespañol de combate que surgió ante la campaña de demanda de
autonomía promovida por la Lliga desde noviembre de 1918, secundada por
republicanos y la mayoría del carlismo y radicalizada por los
nacionalistas que lideraba Francesc Macià, oficial que dejó el Ejército
tras el asalto al Cu-Cut! y fundó la ultracatalanista Federació Democràtica Nacionalista [FDN] el mismo 1918.
Según el primer y más minucioso estudioso de la LPE, Enric Ucelay-Da
Cal, la agitación catalanista condujo a “tres meses de virtual rebelión
nacionalista” entre noviembre de 1918 y febrero de 1919, al generar una
espiral de manifestaciones espontáneas seguidas de represiones
policiales. En diciembre de 1918 un oficial fue herido grave de bala y
un sargento acabó con la cabeza abierta por un garrotazo. El diario El Imparcial
retrató alarmista el clima barcelonés: “Para dar un ¡Viva a España! Hay
que empuñar la browning, o hallarse dispuesto a ir a la casa de
socorro”.
Esta situación generó la confluencia de elementos españolistas en la
Liga que, con la complicidad de policías y militares, “limpió” de
separatistas las Ramblas –donde tenía su sede- con bastones y pistolas.
Cristalizó así un núcleo ultraespañol nutrido por oficiales de paisano,
funcionarios de bajo rango, policías fuera de servicio, e “hinchas” del
club de fútbol Español que constituyeron -según Ucelay-Da Cal- “la
reducida clientela del fascismo español en Barcelona hasta 1936”.
“A todos los buenos españoles”
La nueva Liga editó un manifiesto fundacional (“¡Viva España!”)
dirigido “A todos los buenos españoles” denunciando que en “este trozo
de España que se llama Cataluña” unos malvados catalanes “pretenden
intervenir en la conferencia de paz [de París] para que le sea concedida
a Cataluña la independencia que los villanos sueñan les llegue impuesta
por el mandato de Europa”, como Cuba al mediar EE.UU.. El texto
exhortaba “un día y otro día a aclamar [¡Viva España!] para ahogar con
él las vociferaciones de esos perros separatistas”.
El colectivo tuvo su sede sobre el teatro Petit Pelayo, en la Rambla
(desde donde hostilizaba actos de signo catalanista), y su “grito de
guerra” fue la canción “La hija de Malasaña” que cantaba en el teatro
Goya la cupletista “Mary Focela” y concluía así:
“Lucho como una leona/ al grito de viva España!/ Y es que por mis venas corre/ la sangre de Malasaña”.
Finalmente, el desarrollo de una gran huelga entre febrero y abril de
1919 de la gran empresa suministradora de luz de Barcelona –llamada
popularmente La Canadiense (la Barcelona Traction Light and Power)-
tuvo un impacto social que eclipsó súbitamente la agitación catalanista y
la LPE.
La capital del fascismo: Barcelona, no Madrid
No obstante, como Sales hizo de puente en estos meses entre tres
ámbitos distintos -la oficialidad, el carlismo radicalizado y los
elementos ultraespañolistas- creó el sustrato que alumbró los Sindicatos
Libres y su particular radicalismo blanco, que les ha hecho ser
considerados por su gran investigador Colin M. Winston como prefascistas
o, según el historiador Manuel Pastor, como claramente fascistas (Los orígenes del fascismo en España, 1975).
Propaganda de los Sindicatos Libres: su encarnación persigue al
anarquismo, el separatismo, la masonería, el comunismo y el judaísmo.
Cuando se cumplen 90 años de la creación del eclipse de la LPE y la
creación del Libre por Sales (murió en noviembre de 1936 fusilado o
descuartizado con vehículos que ataron a sus extremidades), éste ha sido
borrado de la historia del fascismo español, cuyo protagonismo ha
acaparado el tardío fascismo madrileño y vallisoletano, que han generado
una abundante literatura y distorsionado su historia en España: al
igual que en Italia surgió en el Norte -en una Barcelona muy similar a
Milán- y no en la capital. Y lo hizo también con un carácter escuadrista
y combativo.
Para concluir, apuntaremos que esta situación de “vanguardismo”
ideológico catalán ha perdurado en la ultraderecha española todo el
siglo XX: Barcelona ha sido el gran centro innovador y exportador
ideológicamente y -salvando las distancias- el actual Movimiento Social
Revolucionario [MSR] testimonia aún esta vitalidad. Si esta dinámica ha
cambiado en la última década ha sido precisamente por los esfuerzos
ideológicos importadores de los núcleos de Barcelona o la innovación
autóctona que ha supuesto la irrupción de un populismo islamófobo como
la Plataforma per Catalunya [PxC].
Bibliografía
Sobre la LPE, véase Enric Ucelay-Da Cal, El nacionalisme radical català i la resistencia a la dictadura de Primo de Rivera, 1923-1931, Tesis doctoral, Universidad Autónoma de Barcelona, 1983, s. n.. Véase asimismo la voz de la LPE en I. Molas (ed.), Diccionari dels partits polítics de Catalunya segle XX,
Institut de Ciències Polítiques i Socials / Enciclopèdia Catalana,
Barcelona, 2000, pp. 150-151. Sobre el Sindicato Libre, véase Colin M.
Winston, La clase trabajadora y la derecha en España (1900-1936), Cátedra, Madrid, 1989.
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