viernes, 20 de marzo de 2015

Cáos en la Iglesia Católica. Dos Papas dicen que el infierno no existe, y uno que si. ¿Cómo puede ser?

JUAN PABLO II

AUDIENCIA

Miércoles 28 de julio de 1999


El infierno como rechazo definitivo de Dios

1. Dios es Padre infinitamente bueno y misericordioso. Pero, por desgracia, el hombre, llamado a responderle en la libertad, puede elegir rechazar definitivamente su amor y su perdón, renunciando así para siempre a la comunión gozosa con él. Precisamente esta trágica situación es lo que señala la doctrina cristiana cuando habla de condenación o infierno. No se trata de un castigo de Dios infligido desde el exterior, sino del desarrollo de premisas ya puestas por el hombre en esta vida. La misma dimensión de infelicidad que conlleva esta oscura condición puede intuirse, en cierto modo, a la luz de algunas experiencias nuestras terribles, que convierten la vida, como se suele decir, en «un infierno».

Con todo, en sentido teológico, el infierno es algo muy diferente: es la última consecuencia del pecado mismo, que se vuelve contra quien lo ha cometido. Es la situación en que se sitúa definitivamente quien rechaza la misericordia del Padre incluso en el último instante de su vida.

Juan Pablo II 09


2. Para describir esta realidad, la sagrada Escritura utiliza un lenguaje simbólico, que se precisará progresivamente. En el Antiguo Testamento, la condición de los muertos no estaba aún plenamente iluminada por la Revelación. En efecto, por lo general, se pensaba que los muertos se reunían en el sheol, un lugar de tinieblas (cf. Ez 28, 8; 31, 14; Jb 10, 21 ss; 38, 17; Sal 30, 10; 88, 7. 13), una fosa de la que no se puede salir (cf. Jb 7, 9), un lugar en el que no es posible dar gloria a Dios (cf. Is 38, 18; Sal 6, 6).

El Nuevo Testamento proyecta nueva luz sobre la condición de los muertos, sobre todo anunciando que Cristo, con su resurrección, ha vencido la muerte y ha extendido su poder liberador también en el reino de los muertos.

Sin embargo, la redención sigue siendo un ofrecimiento de salvación que corresponde al hombre acoger con libertad. Por eso, cada uno será juzgado «de acuerdo con sus obras» (Ap 20, 13). Recurriendo a imágenes, el Nuevo Testamento presenta el lugar destinado a los obradores de iniquidad como un horno ardiente, donde «será el llanto y el rechinar de dientes» (Mt 13, 42; cf. 25, 30. 41) o como la gehenna de «fuego que no se apaga» (Mc 9, 43). Todo ello es expresado, con forma de narración, en la parábola del rico epulón, en la que se precisa que el infierno es el lugar de pena definitiva, sin posibilidad de retorno o de mitigación del dolor (cf. Lc 16, 19-31).

También el Apocalipsis representa plásticamente en un «lago de fuego» a los que no se hallan inscritos en el libro de la vida, yendo así al encuentro de una «segunda muerte» (Ap 20, 13ss). Por consiguiente, quienes se obstinan en no abrirse al Evangelio, se predisponen a «una ruina eterna, alejados de la presencia del Señor y de la gloria de su poder» (2 Ts 1, 9).

3. Las imágenes con las que la sagrada Escritura nos presenta el infierno deben interpretarse correctamente. Expresan la completa frustración y vaciedad de una vida sin Dios. El infierno, más que un lugar, indica la situación en que llega a encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de vida y alegría. Así resume los datos de la fe sobre este tema el Catecismo de la Iglesia católica: «Morir en pecado mortal sin estar arrepentidos ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra infierno» (n. 1033).

Por eso, la «condenación» no se ha de atribuir a la iniciativa de Dios, dado que en su amor misericordioso él no puede querer sino la salvación de los seres que ha creado. En realidad, es la criatura la que se cierra a su amor. La «condenación» consiste precisamente en que el hombre se aleja definitivamente de Dios, por elección libre y confirmada con la muerte, que sella para siempre esa opción. La sentencia de Dios ratifica ese estado.

4. La fe cristiana enseña que, en el riesgo del «sí» y del «no» que caracteriza la libertad de las criaturas, alguien ha dicho ya «no». Se trata de las criaturas espirituales que se rebelaron contra el amor de Dios y a las que se llama demonios (cf. concilio IV de Letrán: DS 800-801). Para nosotros, los seres humanos, esa historia resuena como una advertencia: nos exhorta continuamente a evitar la tragedia en la que desemboca el pecado y a vivir nuestra vida según el modelo de Jesús, que siempre dijo «sí» a Dios.

La condenación sigue siendo una posibilidad real, pero no nos es dado conocer, sin especial revelación divina, cuáles seres humanos han quedado implicados efectivamente en ella. El pensamiento del infierno -y mucho menos la utilización impropia de las imágenes bíblicas no debe crear psicosis o angustia; pero representa una exhortación necesaria y saludable a la libertad, dentro del anuncio de que Jesús resucitado ha vencido a Satanás, dándonos el Espíritu de Dios, que nos hace invocar «Abbá, Padre» (Rm 8, 15; Ga 4, 6).

Esta perspectiva, llena de esperanza, prevalece en el anuncio cristiano. Se refleja eficazmente en la tradición litúrgica de la Iglesia, como lo atestiguan, por ejemplo, las palabras del Canon Romano: «Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa (…), líbrarnos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos».

O sea Para Juan Pablo II el infierno físico no existe. ¿No había visto el proyecto Kola?

Pero el Papa Benedicto XVI dice que sí, que el infierno es un lugar físico.

Benedicto XVI desmiente a Juan Pablo II: asegura que el infierno es un lugar físico y no mental, como decía el anterior Papa
  
Agencias en el Vaticano

Lunes 11 de Febrero, 2013
Declaración. El Sumo Pontífice advierte que la salvación no será para todos.
El Papa Benedicto XVI aseguró ayer durante una audiencia con motivo del inicio de la Cuaresma, que el infierno existe y que el castigo eterno ocurre en un lugar físico y no “mental”. Sin embargo, este anuncio no parece ser nuevo, ya que en abril de 2007 ya había hecho referencia a la existencia del infierno como un lugar físico, acción que su antecesor, Juan Pablo II rechazó.


En su llamado a la intolerancia con el relativismo y la laicidad, Benedicto XVI decidió reponer las armas del catolicismo clásico y aseguró que “para hacer frente a la crisis la fuerza de la Iglesia no está en el diálogo ni en la tolerancia, sino en la vuelta a los orígenes”. La salvación no es inmediata ni llegará para todos, por eso ha querido destacar la posibilidad real de ir al infierno o “casa de Satanás”, según informó el diario italiano La Repubblica. Se trata de recuperar el protagonismo perdido y para ello el Pontífice asegura que “la proclamación de que el infierno existe y es eterno es la continuación de esa estrategia”, contraponiéndose así a las directrices de su antecesor, Juan Pablo II, el cual eliminó tales conceptos y desmontó la credulidad popular sobre el cielo, el purgatorio, el infierno e, incluso, el diablo. PASADO.

Uno de los primeros defensores de esta hipótesis, que el infierno estuviera vacío, fue el teólogo suizo Urs Von Baltasar, amigo de Benedicto XVI. Y el Papa lo ha reiterado de manera categórica en su encuentro con los párrocos al afirmar que la “casa de Satanás existe”. “El infierno, del que se habla poco en este tiempo, existe y es eterno”, dijo en abril de 2007 Benedicto XVI. Una idea que es contraria a lo que defendió el anterior Papa, Juan Pablo II, durante su pontificado.

El conocido como Papa peregrino, corrigió el concepto tradicional del infierno y fue en el verano de 1999, cuando hubo cuatro audiencias para hablar sobre el cielo, el purgatorio, el infierno y el diablo. “El cielo”, dijo entonces, no es “un lugar físico entre las nubes”. El infierno tampoco es “un lugar”, sino “la situación de quien se aparta de Dios”. El Purgatorio es un estado provisional de “purificación” que nada tiene que ver con ubicaciones terrenales. Y Satanás “está vencido: Jesús nos ha liberado de su temor”.

REGRESO. La decisión de Benedicto XVI de volver a poner sobre la mesa, sin matices, la idea del infierno eterno choca con ese pasado reciente. No es su primera vuelta al pasado. También ha autorizado las misas en latín con el oficiante de espaldas a los feligreses, por citar un solo ejemplo. Lo curioso es que hace menos de un año, el 6 de octubre de 2006, Benedicto XVI mantenía el timón de Juan Pablo II haciendo público el documento de los expertos sobre la inexistencia del limbo, otra de las piezas aisladas del Más Allá católico.

Entonces el representante de Dios en la Tierra tiene dos opiniones contradictorias. ¿Quién tiene la razón?

“Benedicto XVI: El infierno sí existe” este era el titular como el diario El Clarin daba la insólita noticia de cómo el Sumo Pontífice del Vaticano aseguraba que el infierno, aquel espacio en donde van las almas pecadoras y que muchos veían como un simbolismo de la cristiandad, “existe”, y que no está vacío y es el ámbito de la justicia de Dios.

Estas frases, desataron polémica, no sólo por la implicancia teológica que esta afirmación suscita, sino porque el Papa contradeciría con esta aseveración a su antecesor, Juan Pablo II, quien afirmó en una Audiencia celebrada el 28 de Julio de 1999 que así como el cielo no es “un lugar físico entre las nubes” el infierno tampoco sería un lugar propiamente dicho, sino “la situación de quien se aparta de Dios”.

La pregunta de quién de los dos Papas dice la verdad, está aún en el aire.

Entonces, Benedicto XVI renuncia a ser Papa en activo y se convierte en Papa emérito, y le sustituye Francisco, ¿y qué dice Francisco?

En sus últimas revelaciones, el Papa Francisco dijo:

“A través de la humildad, la introspección y la contemplación orante hemos adquirido una nueva comprensión de ciertos dogmas. La iglesia ya no cree en un infierno literal, donde la gente sufre. Esta doctrina es incompatible con el amor infinito de Dios. Dios no es un juez, sino un amigo y un amante de la humanidad. Dios busca no para condenar sino para abrazar. Al igual que la fábula de Adán y Eva, vemos el infierno como un recurso literario. El infierno no es más que una metáfora del alma aislada, que al igual que todas las almas en última instancia, están unidos en amor con Dios. “

En un discurso impactante que está reverberando en todo el mundo, el Papa Francisco declaró que:


“Todas las religiones son verdaderas, porque son verdad en los corazones de todos aquellos que creen en ellos. ¿Qué otro tipo de verdad está ahí? En el pasado, la iglesia ha sido muy dura con los que consideró inmorales o pecaminosos. Hoy en día, ya no hay juicio. Como un padre amoroso, nunca condenemos a nuestros hijos. ¡Nuestra iglesia es lo suficientemente grande como para heterosexuales y homosexuales, para los pro-vida y los pro-elección! Para los conservadores y los liberales, incluso los comunistas son bienvenidos y se nos han unido. Todos amamos y adoramos al mismo Dios.”En los últimos seis meses, los cardenales, obispos y teólogos católicos han estado deliberando en la Ciudad del Vaticano, al discutir el futuro de la iglesia y la redefinición de las doctrinas y los dogmas católicos de larga data. El Tercer Concilio Vaticano II, es el mayor y más importante desde el Concilio Vaticano II que concluyó en 1962.

El Papa Francisco convocó al nuevo consejo de “por fin terminar la obra del Concilio Vaticano II”.

El Tercer Concilio Vaticano concluyó con el Papa Francisco anunciando que …

El catolicismo es ahora una “religión moderna y razonable, que ha sufrido cambios evolutivos. Ha llegado la hora de abandonar toda intolerancia. Debemos reconocer que la verdad religiosa evoluciona y cambia. La verdad no es absoluta o grabada en piedra. Incluso los ateos reconocen lo divino. A través de actos de amor y caridad el ateo reconoce a Dios como bueno, y redime su alma, convirtiéndose en un participante activo en la redención de la humanidad. “

Una declaración en el discurso del Papa ha enviado a los tradicionalistas a un ataque de confusión e histeria …

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Y el lector dirá, bueno si dos Papas dicen que el infierno no existe y uno dice que si, pues será que no existe el infierno, por mayoría de votos del Vaticano.

Pero el problema es que el Papa Juan pablo II es la bestia 666 del Apocalipsis, y como es el diablo, dice que el infierno físico no existe como lugar físico, y el Papa Francisco es el dragón del Apocalipsis que le cederá el trono y el poder a Juan Pablo II cuando éste resucite, por eso dice también que el infierno como lugar físico no existe.

El que dice la verdad es el Papa Benedicto XVI, el infierno es real, existe, y está aquí en la Tierra, y se oyen miles de voces gimiendo de dolor y de rabia, y la prueba científica la tenemos, está en Kola, es el proyecto Kola.

Por cierto el otro día cuando describía lo que científicamente sabíamos del infierno tuve un error. Dijimos que su temperatura era de 1.000 grados, y nos equivocamos, según el informe técnico ruso la temperatura alcanzó los 2.200 grados centígrados a 12.265 metros de profundidad.

La humanidad esta engañada, y tras este valle de lágrimas se van al infierno todos. A 2.200 grados C, o a 1.000,  sin agua, sin luz y con gritos y alaridos para siempre.

Si yo fuera católico estaría muy preocupado, el infierno existe, y la Iglesia lo niega.

Esto huele a chamusquina.

José 27-02-2015

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