lunes, 20 de octubre de 2014

Referéndum independentista en Escocia

sacado de: http://www.ynestrillas.blogspot.com.es/
La Historia de Escocia y la de Cataluña no tienen nada en común. La primera, fue reino independiente, durante doce siglos, que se dice pronto, y fue sometido por la fuerza de las armas tras varios conflictos bélicos que acabaron con vencedores y vencidos.


Desde el siglo XIII e incluso después de firmarse el «Acta de Unión» en 1707 –que implicó la integración del Reino de Escocia en Gran Bretaña–, la enemistad y el enfrentamiento han sido el pan nuestro de cada día. Ambos reinos han sido durante más de mil años vecinos difíciles con una relación basada en el resentimiento provocado por las continuas guerras de independencia como las protagonizadas por el héroe popular William Wallace  o el Rey Robert de Bruce en el siglo XIV. Durante estos tres últimos siglos, las rencillas y enemistades entre ingleses y escoceses no han disminuido nada.

Como la desaparecida Checoslovaquia, o la extinta Yugoslavia, como las repúblicas Bálticas y, en general, las pertenecientes a la antigua Unión Soviética, todas las potencias anexionadas por la fuerza de las armas,  suelen tener una tendencia natural centrífuga a desvincularse de quien las conquistó y sometió de una forma antinatural e imperialista, a la búsqueda de la libertad e independencia que perdieron años, y aun siglos atrás.

Nada de eso ha ocurrido jamás en Cataluña. Que nunca fue reino sino condado (Principado a mediados del siglo XIV). Nunca independiente, ya en el siglo XII, merced a un matrimonio (unión dinástica pactada), formaba parte de la Corona de Aragón. Y siglos más tarde, mediante otras alianzas y pactos consolidados nuevamente mediante un matrimonio (Isabel de Castilla y Fernando de Aragón) accedería a la Corona de España.

Ni guerras de anexión, ni conflictos bélicos, ni ejércitos de ocupación ni imposición alguna. Al revés, pactos entre nobles aristócratas y oligarcas que se reparten las tierras o las juntan como meros objetos patrimoniales.

En esa tradición sigue el gobierno catalán. Y la oligarquía terrateniente y financiera catalana, mediante sus instituciones, pretenden perpetuarse en el poder para seguir expropiando la riqueza de su pueblo en beneficio propio. Y para ello no dudan en airear la bandera de un independentismo que jamás tuvieron para poder quedarse siendo los dueños del Cortijo en su propio señorío feudal de vidas regaladas y privilegios.

No alcanzan a comprender los nacionalistas que la tierra, todas las tierras, todos los recursos naturales que nos ofrece la Naturaleza, no son de nuestra propiedad, no son nuestros objetos patrimoniales para arrendar, donar o enajenar. Los recibimos en usufructo, para nuestro uso y disfrute, sí, haciendo de ellos un uso responsable y sostenible para poder legárselo, mejorado a ser posible, a las generaciones venideras.

Que el nacionalismo (todos los nacionalismos) no es sino el individualismo y egoísmo más cerril de los pueblos, como el capitalismo lo es de los ciudadanos. Y que si en Escocia precisan de más autogobierno es porque está a años luz del que ahora tiene el gobierno catalán. Un autogobierno que éstos usan para el enriquecimiento de su clase dirigente en vez de establecer la libertad e independencia que un Estado Federal Autogestionario proporcionaría a su pueblo, a todos los pueblos de España.

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