viernes, 12 de octubre de 2012

Los judíos mandan, España obedece.

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Una imagen vale más que mil palabras.
“El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, ha anunciado que la reforma del Código Penal tipificará la incitación al odio o la violencia por raza, religión u origen, así como el negacionismo de crímenes contra la humanidad, específicamente el Holocausto, si incitan a actos violentos.
Gallardón, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, que hoy ha dado el visto bueno al anteproyecto de la reforma penal, ha destacado que estas medidas se enmarcan en el compromiso del Gobierno en la lucha contra el racismo, la xenofobia y la discriminación ideológica.
La nueva regulación de estos delitos se hará de acuerdo a la doctrina constitucional y contemplará también castigos para los actos y conductas que lesionen la dignidad de las personas a través de la humillación o el desprecio, además de tener en cuenta el odio ideológico para perseguir estos delitos.”
Con esta noticia nos hemos sentado a comer este mediodía. De nuevo el contorsionismo represor y el  épigrafe anulado sobre la penalización de la negación del Holocausto ha vuelto a su lugar por obra y gracia del Sr. Gallardón.
Los que defendemos la libertad de expresión vemos de nuevo el peligro que va a suponer comentar la posible veracidad del Holocausto.
Isaac Querub, Presidente de la Federación de Comunidades Judias en España, ya lo advirtió el 12 de febrero pasado: “España debe castigar la negación del Holocausto”
“El Gobierno anterior incumplió su obligación de adaptar la legislación española a la europea en el plazo marcado por la UE, que expiraba el 28 de noviembre de 2010. De esos polvos vienen estos lodos. Solicitamos, pues, al Gobierno de España que cumpla con sus compromisos ante la UE y modifique el Código Penal para castigar estos delitos. Aprovechándose de esa sentencia del Supremo, otros libreros y librerías han empezado a vender literatura que incita al odio racial, religioso y sexual. O el Estado pone coto legal a esa situación, o los españoles habremos de lamentarlo. Somos uno de los países occidentales donde menos se protege a las minorías del odio por defecto legislativo. Utilizar la libertad de expresión como pretexto es un craso error. Decía Stuart Mill que la libertad de cada cual termina donde empieza la del otro.”
Mayor eficacia no se puede pedir al Ministro de Justicia, no nos digan pues que los judios no tienen poder! Ya quisiéramos la mitad de esa efectividad para otros asuntos mucho más importantes y urgentes.
Cuando se pueda averiguar la realidad de los hechos, cuando se permita investigar libremente (dentro de muchos, muchos años) y se compruebe que el Holocausto no fué de la forma como pretenden que creamos que fué ¿qué ocurrirá? . Por desgracia nada, todo estará hecho y a nadie le importará un pimiento ni el poder de los judíos ni el servilismo de España hacia el.
Por esa misma razón, cuando la ley sea efectiva, tendremos que autocensurarnos, teclearemos con miedo y repasaremos una y otra vez para no escribir que el holocausto no existió.
Naturalmente nuestra opinión es que si existió, no por lógica sino por Ley, o sea por cojones (con perdón).

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