Mientras que en los Estados Unidos comienzan cuatro años de
conmemoraciones de batallas y acontecimientos relacionados con la Guerra
de Secesión, un debate sorprendente toma gran amplitud: el papel jugado
por los negros en las tropas confederadas.
Por Christian Bouchet
Todo empezó en el otoño de 2010. El Museo de la Confederación en Richmond, que vendía en su tienda soldados de plomo sudistas de raza negra, los tuvo que retirar de la venta. Su director, John Coski explicó claramente el motivo: la presencia de estas figuras en el museo había sido la causa de muchas presiones y amenazas efectuadas tanto en su contra así como a su personal. Unas semanas más tarde, se propuso un nuevo libro de texto en algunas escuelas de Virginia, que provocó la ira de los defensores de la corrección política y una fuerte campaña de intimidación dirigida a su editor para poner fin a la propagación de la obra. ¿Cuál fue el crimen de Joy Masoff, su autora? Ella se había atrevido a escribir que varios miles de soldados negros se pusieron el uniforme gris.
¡Y eso no es todo! En las últimas semanas, el alcalde de la pequeña ciudad de Monroe, Carolina del Norte, ha prohibido a una asociación para la defensa del patrimonio histórico sudista erigir un monumento conmemorativo. ¿Fue sobre la base de que podría perturbar la paz racial de la ciudad? No, en absoluto… De hecho, lo único que el monumento quería testimoniar era la muerte, en las filas de los soldados confederados, ¡de diez negros nativos de Monroe!
Numerosos ejemplos tan sorprendentes como esos podrían seguir siendo mencionados. Ellos muestran que la Guerra de Secesión americana no se analiza en términos históricos, sino en términos ideológicos, incluso cuasi-religiosos. La “verdad revelada”, que no es posible discutir, es simple: los ejércitos de la Unión compuestos por demócratas filántropos emprendieron contra los sudistas una guerra justa, con el único propósito de liberar a los esclavos torturados por amos racistas e intolerantes.
Sin embargo, una de las consecuencias del movimiento Black Power de los años 70 fue la creación en las universidades estadounidenses de muchas cátedras de estudios afroamericanos, algunos de cuyos titulares han participado recientemente en amplios estudios sobre el comportamiento de los negros en el Sur, esclavos o libres.
Lo que nos dicen es apasionante y socava muchos esquemas.
Así, John David Smith, profesor de la Universidad de Carolina del Norte y Charlotte señala: “Las causas de la guerra civil no fueron, como ahora se cree, la esclavitud y la supremacía blanca, sino el no-respeto por parte del Estado federal de los derechos de los Estados federados.” Earl James, conservador del museo de Raleigh, donde está a cargo de las colecciones de historia local y afro-americanas, por su parte, aunque es negro, afirma que es absurdo decir que ningún afro-americano se opuso a los ejércitos de la Unión y afirma que “debido a una relación especial entre la tierra y su gente, el patriotismo sudista se había desarrollado entre los esclavos de las plantaciones.” Otro historiador negro, Roland Young, dice no estar sorprendido por todo esto. Él explica que la mayoría de los negros “en el sur, si no todos, apoyaron a su nación. De esta manera, demostraron que era posible separar el rechazo a la esclavitud y el amor a su patria.”
Ed Smith, un académico que ha trabajado mucho sobre el tema, por su parte considera que es imposible juzgar con ojos contemporáneos la realidad de la sociedad sudista de la primera mitad del siglo XIX y la complejidad de los vínculos que unían a blancos y negros y que les hizo solidarios frente a los invasores del norte.
Sin embargo, la negación de la participación de tropas negras en los ejércitos del Sur no es nueva. El historiador Ed Bearrs la data a partir de 1910. En cuanto a Erwin Jordan, otro experto en la materia, sostiene que la reescritura de la historia comenzó desde la derrota de los confederados, y explica que “Durante mis investigaciones, he encontrado muchas listas de prisioneros negros redactadas por oficiales nordistas. Nos damos cuenta de que estos afro-americanos dijeron que eran soldados de la Confederación y que en una segunda fase, esos términos fueron tachados y reemplazados por siervos, criados, etc. “
De hecho, hubo cerca de 65.000 negros que sirvieron en las filas de la Confederación y 13.000 de ellos participaron en uno o más combates. Las unidades birraciales eran frecuentes y sólo al final de la guerra se organizaron regimientos monocromáticos. El historiador Ervin Jordan también señaló que si el Sur hubiera ganado la guerra, se habría dispuesto del ejército de color más grande del mundo y que esto, sin duda, habría cambiado totalmente el futuro de los EE.UU. no permitiendo con ello la aparición de la segregación y del racismo contemporáneo.
Este racismo estuvo también totalmente ausente de las filas de los veteranos confederados, como lo demuestran dos ejemplos. En 1913, durante el 50 º aniversario de la Batalla de Gettysburg, una reunión de veteranos de la Unión y la Confederación se organizó. Los iniciadores – del norte – de la ceremonia habían planeado tiendas de campaña para los soldados negros de la Unión, pero no había podido preparar para los del Sur. Sin embargo, muchos confederados negros aparecieron en el lugar y compartieron las tiendas de sus hermanos de combate blancos, mientras que los nordistas, a su vez, practicaron en su campamento la segregación racial… También, en 1914, cuando un monumento en honor de los soldados confederados muertos en acción fue erigido en el cementerio militar de Arlington, el escultor se encargó de representar a varios soldados de la Confederación negros mezclados con sus compañeros blancos.
Esto fue hace casi un centenar de años atrás, en una época en que la policía del pensamiento no existía, o apenas. Ahora nos imponen lo que debemos pensar, incluso si ello es contrario a la mera verdad histórica.
¡Los soldados negros del Sur tratados mejor que los del Norte!
Los soldados negros de la Confederación recibían exactamente la misma paga que los soldados blancos, o sea 11 dólares mensuales.
En las tropas de la Unión, un soldado afroamericano ganaba 10 dólares al mes, de los que se realizaba una deducción de 3 dólares para pagar por su uniforme y equipo, lo que hacía que al final solo ganase 7 dólares. Los soldados del norte de ascendencia europea recibían por su parte 13 dólares cada mes y ninguna deducción se hizo en su salario.
Además, los especialistas negros estaban pagados generosamente por el ejército del Sur y, a veces, ganaban salarios más altos que el sueldo de un oficial sudista
Fuente: http://www.tribunadeeuropa.com/?p=8158
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