lunes, 22 de octubre de 2012

Estados Confederados de América

 

Confederate States of America
Estados Confederados de América
CSA FLAG 28.11.1861-1.5.1863.svg 1861–1865 US flag 35 stars.svg
Bandera Escudo
Bandera Escudo
Lema nacional: Deo Vindice
(latín: «Dios [nuestro] Valedor»)
Himno nacional: Ninguno oficial
God Save the South (no oficial)
The Bonnie Blue Flag (no oficial)
Dixie (popular, no oficial)
Ubicación de La Confederación
Capital Montgomery, Alabama
(4 de febrero29 de mayo, 1861)
Richmond, Virginia
(29 de mayo, 18619 de abril, 1865)
Danville, Virginia
(3 de abril10 de abril, 1865)
Idioma oficial Inglés
Gobierno República confederal
Presidente de la Confederación
 • 1861-1865 Jefferson Davis
Período histórico Guerra de Secesión
 • Declaración de independencia 1861
 • Rendición 1865
Superficie
 • 1860 1,995,392 km²
Población
 • 1860 est. 9,103,332 
     Densidad 4,6 hab./km²
Moneda Dólar CSA
La superficie y la población los valores no incluyen a Kentucky y Misuri, ni el territorio de Arizona. Zonas ocupadas por masas de agua: 5,7%.
Los Estados Confederados de América, (en inglés: Confederate States of America [C.S.A.]), también llamados La Confederación y Estados Confederados, fue un país formado por los once estados meridionales de los Estados Unidos de América entre 1861 y 1865. Como su existencia nunca fue reconocida en el plano internacional, su frontera septentrional es incierta, pero al este limitaba con el Océano Atlántico y al sur tenía frontera con México y el golfo homónimo. El gobierno confederado reclamaba un territorio de 1.995.392 km² y una población de 9.103.332 habitantes, de los cuales 3.521.110 eran esclavos, según censo de 1860.1
Siete estados declararon su independencia de los Estados Unidos antes de que Abraham Lincoln fuera proclamado presidente, cuatro más hicieron lo mismo después de que la Guerra Civil de los Estados Unidos comenzara con la Batalla de Fort Sumter. El gobierno de los Estados Unidos de América («la Unión») sostuvo que la secesión era ilegal y se negaron a reconocer a la Confederación. Aunque los gobiernos europeos no reconocieron oficialmente esta Confederación, solo la Santa Sede en una carta enviada a Jefferson Davis por el papa Pio IX y Reino Unido les dieron el reconocimiento ya que este último vendió buques de guerra y los abasteció de suministros por intereses comerciales.
Cuando Robert E. Lee y otros generales confederados se rindieron en la primavera de 1865, la Confederación se colapsó, finalizando la guerra sin una posterior guerra de guerrillas. A continuación, se produjo un proceso, bautizado como la Reconstrucción, que duró más de una década, y que dotó a los esclavos liberados de derechos civiles y derecho al voto, expulsando a los líderes de la derrotada Confederación de sus cargos, y readmitiendo a los estados su representación en el Congreso de forma permanente.


Historia

Causas de la secesión

Según la opinión generalizada de los historiadores, dos fueron las causas fundamentales de la secesión. Por un lado la intención de los republicanos de restringir, incluso eliminar, el esclavismo. Por otro lado, las grandes limitaciones de poder político que tenían los estados de la Unión, sobre todo en lo referente a la propiedad de los esclavos. Estas fueron las causas fundamentales que alentaron a los estados sureños a separarse de la Unión.
Líderes catolicos del sur enarbolaban en sus sermones las causas de la secesión. Benjamin M. Palmer (18181902), pastor de la principal Iglesia Presbiteriana de Nueva Orleans, exclamaba su apoyo a favor de la secesión en un sermón del Día de Acción de Gracias en 1860, argumentando que los sureños blancos tenían el derecho y la obligación de mantener la esclavitud en pro de una autoprotección económica y social. También, para actuar como «guardianes» de los «afectuosos y leales» aunque «desamparados» negros, para salvaguardar sus intereses económicos, y para actuar como defensores de la religión contra el «ateísmo» abolicionista.2 Este sermón fue ampliamente difundido a través de los templos religiosos.
En el que más tarde vino a ser conocido como el «Discurso de la piedra angular», el vicepresidente de la Confederación Alexander Stephens declaró que la «piedra angular» del nuevo gobierno, y en el que se apoyaba, «era la gran verdad de que el negro no es igual al hombre blanco, esta esclavitud, subordinación a una raza superior, es su natural y normal condición. Nuestro nuevo gobierno es el primero, en la historia del mundo, basado sobre esta gran verdad física, filosófica y moral».3 Cuatro de los estados separados, los estados del sur profundo, Carolina del Sur,4 Misisipi,5 Georgia,6 y Texas,7 hicieron declaraciones formales de sus motivaciones donde identificaron a la amenaza sobre los derechos de los poseedores de esclavos como la causa mayor de la secesión. Georgia, adicionalmente, denunció una política federal que favorecía los intereses económicos del norte frente a los del sur.
En contraste a esto, el Presidente de los Estados Confederados Jefferson Davis no hizo referencia explícita alguna a la esclavitud en su discurso de investidura, en su lugar acentuó la importancia de los derechos de los estados a implantar sus propias políticas, en detrimento de un gobierno federal, como la razón fundamental de la secesión.8
El Vicepresidente de la Confederación, Alexander Stephens, declaró como la nueva Constitución eliminaba las tarifas y la cláusula de comercio (Commerce Clause, artículo de la Constitución que otorgaba la exclusividad al Gobierno federal de comerciar con Estados extranjeros), quitando, de este modo, poder al Congreso para regular cualquier aspecto comercial. Stephens creía que un nuevo país tendría una clara delimitación entre las responsabilidades federales y estatales, y llevó a una posición similar a esta a Carolina del Sur durante la «Crisis de la Anulación» (Nullification Crisis) donde mantenía que el Gobierno federal no debía pagar las construcciones e infraestructuras internas de los estados.

Estados secesionados


Mapa político de los Estados Confederados de América.
Siete estados se separaron antes de febrero de 1861:
Después de que Lincoln llamara a tropas, cuatro estados más se secesionaron:
Dos estados más estaban controlados por gobiernos que apoyaban la Unión, pero existieron grupos a favor de la Confederación que proclamaron la secesión. La Confederación los admitió como estados miembros aunque nunca fueron controlados por la misma. Estos dos estados fueron los siguientes:
Ambos estados permitieron la esclavitud y tenían condados donde influenciaba ampliamente el pensamiento unionista y el confederado, incluso existían varios esclavistas que eran favorables a la Unión.

Alzamiento y caída de la Confederación

La Guerra Civil Estadounidense estalló en abril de 1861 con la Batalla de Fort Sumter en Charleston, Carolina del Sur. Las tropas federales de los EE. UU. se habían retirado a Fort Sumter poco después de que Carolina del Sur declarara su secesión. El Presidente en funciones de la Unión, James Buchanan, había intentado aprovisionar a las fuerzas de Sumter enviando a la Estrella del Oeste, pero las fuerzas confederadas abrieron fuego sobre la nave, alejándola de su destino. Cuando Abraham Lincoln llegó a la presidencia también intentó procurar suministros a Sumter. Lincoln notificó al gobernador de Carolina del Sur, Francis W. Pickens, que «un intento de abastecer a Fort Sumter exclusivamente de provisiones será realizado, y si ese intento no encontrara resistencia, no se hará ningún esfuerzo para abastecerlos de hombres, armas, o munición sin aviso previo, [excepto] en el caso de un ataque al fuerte». En respuesta, el gabinete de la Confederación decide en una reunión en Montgomery abrir fuego contra Fort Sumter en un intento de forzarlo a rendirse antes de que llegara la flota con relevos. El 12 de abril de 1861, las tropas confederadas, siguiendo órdenes de Davis y su Secretaría de Guerra, abrieron fuego sobre las tropas federales forzando la entrega del fuerte y ocupándolo.
Después de la Batalla de Fort Sumter, Lincoln insta a los restantes estados de la Unión a que enviaran tropas para recuperar Sumter, además de otros fuertes y establecimientos aduaneros en el sur y que los confederados habían reclamado, algunos de ellos por la fuerza.25 Esta petición fue realizada antes de que el Congreso tuviera competencias acerca de esta materia y el requerimiento fue realizado por el Departamento de Guerra. Los voluntarios fueron llamados únicamente para un periodo de tres meses.25 La exigencia de tropas de Lincoln dio lugar a que cuatro estados más votaran su secesión, prefiriendo esto antes que aportar tropas a la Unión. Virginia, Arkansas, Tennessee y Carolina del Norte se separaron haciendo un total de once estados en la Confederación. Una vez que Virginia se integrara a los Estados Confederados, la capital fue trasladada desde Montgomery (Alabama) a Richmond (Virginia). Si exceptuamos unas pocas batallas, todas las demás tuvieron lugar en territorio confederado. Alexander H. Stephens aseguró que la tentativa de Lincoln de reabastecer Sumter había provocado la guerra.26
Kentucky fue un estado fronterizo durante la guerra y, durante un tiempo, tuvo dos gobiernos, uno que defendía la causa de la Confederación y otro que defendía la de la Unión. El gobierno original permaneció apoyando a la Unión, tras un corto período en la neutralidad, pero una facción rival al gobierno de ese estado proclamó la integración en los Estados Confederados de América. Pese a todo esto, los confederados no llegaron a controlar el estado de Kentucky de forma efectiva. Una situación más compleja es la que acompaña la secesión de Misuri, en cualquier caso, la Confederación consideraba a Misuri miembro de los Estados Confederados pese a no controlar el territorio de dicho estado. De esta forma, el número de estados confederados podrían ser trece si contamos Kentucky y Misuri. Una versión de la bandera confederada posterior mostraría trece estrellas, reflejando la reclamación sobre estos dos estados.
Los gobiernos de las cinco tribus del Territorio Indio, que se convertiría en Oklahoma en 1907, apoyaron principalmente a los Confederados, suministrando tropas y un oficial general. Fue representado en el Congreso Confederado a partir de 1863 por Elias Cornelius Boudinot, por parte de los Cherokee, y Samuel Benton Callahn por parte de los pueblos Seminole y Creek.
Los ciudadanos de Mesilla y Tucson en la parte sur del Territorio de Nuevo México formaron una convención para la secesión, votaron la integración en la Confederación el 16 de marzo de 1861 y designaron a Lewis Owings como nuevo gobernador territorial. En julio, Mesilla requirió a las tropas confederadas a que se desplazaran a El Paso, Texas. Estas acudieron bajo el mando del teniente coronel John Baylor y su objetivo era ayudar a eliminar una división del ejército de la Unión que, bajo las órdenes del Mayor Isaac Lynde, fueron emplazados muy cerca de ese lugar. Los confederados derrotaron a Linde en la Batalla de Mesilla el 27 de julio. Tras la batalla, Baylor estableció un gobierno territorial para el Territorio de Arizona controlado por los confederados y se nombró a si mismo gobernador. En 1862, fue lanzada una campaña sobre Nuevo México bajo las órdenes del general Henry Hopkins Sibley para tomar la mitad norte de Nuevo México. Aunque los confederados ocuparon brevemente la capital territorial de Santa Fe, fueron derrotados en el paso de Glorietta en marzo. Las tropas se retiraron y no volvieron a tomar Santa Fe.
Los estados esclavistas situados en el norte de la Confederación (Misuri, Kentucky, Maryland, Delaware y Virginia Occidental) eran territorio en disputa, pero la Unión ganó su control antes de 1862. En 1861, la ley marcial fue declarada en Maryland (estado que limita con la capital de Estados Unidos, Washington, D.C., en la mayoría de su perímetro) para bloquear cualquier tentativa de secesión. Delaware, también un estado esclavista, nunca consideró la secesión, tampoco Washington D.C. En 1861, el poder legislativo unionista de Wheeling, escindido de Virginia, reivindicó 48 condados de este estado, y se integró en los Estados Unidos en 1863 como el estado de Virginia Occidental y con una constitución que suprimió de forma gradual la esclavitud.
Las tentativas de separación de los Estados Confederados de América de algunos condados en el este de Tennessee fueron abortados de forma inmediata cuando la Confederación declaró la ley marcial.27 28 La rendición del ejército de Virginia del Norte por el General Robert E. Lee en el Palacio de Justicia de Appomattox el 9 de abril de 1865, está considerada, de forma general, el final de los Estados Confederados. El presidente Davis fue capturado en Irwinville, Georgia, el 10 de mayo, y el resto de fuerzas confederadas se rindieron en junio de 1865. La última bandera de la Confederación fue arriada de Shenandoah el 6 de noviembre de 1865.

Gobierno y política

Constitución


El Presidente de la Confederación Jefferson Davis.
El análisis de la Constitución de los Estados Confederados revela mucho sobre las motivaciones para la escisión de la Unión. Aunque gran parte de la misma fue copiada exactamente de la Constitución de los Estados Unidos, contenía varias protecciones que de forma explícita garantizaban la permanencia de la esclavitud, aunque el comercio internacional de esclavos fue prohibido. También reflejó una fuerte filosofía sobre la preservación de los derechos de los estados a autogobernarse, acotando el poder del Gobierno central. Se prohibió que el Gobierno confederado estableciera tarifas proteccionistas internas y que usaran los impuestos recaudados para financiar las mejoras propias de otro estado. En contraposición del lenguaje secular de la Constitución de los Estados Unidos, la constitución confederada pedía abiertamente la bendición de Dios, en ella se puede leer «Invoking the favor of Almighty God» («Invocando el favor de Dios todopoderoso»).
La Constitución de los Estados Unidos no incluyó de forma específica una disposición que permitiera a los estados separarse. Aunque el preámbulo dice que cada estado «actúa con su carácter soberano e independiente», también habla de la formación de un «gobierno federal permanente».
Los líderes sureños se reunieron en Montgomery, Alabama, para escribir su Constitución, que fue aprobada el 11 de marzo de 1861 y permaneció con efecto hasta 1865. Establecieron que el Presidente de los Estados Confederados de América debía ser elegido para un mandato de seis años, pero no podía presentarse a una reelección (aunque el único presidente fue Jefferson Davis ya que la Confederación fue derrotada antes de que terminara su mandato).
Un único poder era otorgado al Presidente, la capacidad de ejercer el veto a leyes, si bien esta posibilidad también era compartida por algunos Gobernadores en sus estados. El Congreso Confederado podía derribar el veto, que podía ser a una ley en general o a algunos de sus artículos, con una mayoría de al menos dos tercios y a semejanza del Congreso de los Estados Unidos. Por otro lado, las aprobaciones de leyes no solicitadas de forma específica por el poder ejecutivo requerían para ser aprobadas dos tercios de votos de ambas cámaras del Congreso (Senado y Cámara de Representantes).
La impresión de papel moneda y sellos fue autorizada y puesta en circulación, aunque fue realizada por los estados de forma individual en nombre de la Confederación. El Gobierno consideró realizar una emisión de monedas, pero la carencia de lingotes frustró los planes al respecto.

Libertades civiles

La Confederación utilizó de forma activa al ejército para arrestar a las personas sospechosas de ser leales a los Estados Unidos. El historiador Mark Neely en sus investigaciones encontró hasta 2700 nombres de personas que fueron arrestados y estimó que la lista completa era mucho más larga. La proporción de arrestados es similar al de los arrestados en territorio federal por ser sospechosos de colaborar con los confederados. Neely concluye:
Los ciudadanos confederados no fueron mucho más libres que los ciudadanos de la Unión, y quizás, no tenían menos probabilidades de ser arrestados por las autoridades militares. De hecho, el ciudadano confederado pudo ser menos libre que sus contrapartes norteñas. Por ejemplo, la libertad de viajar dentro de los propios Estados Confederados fue limitada seriamente por el sistema de transporte doméstico. (Nelly 11, 16)

Capital


Capitolio del estado de Virginia, que sirvió como edificio del Capitolio Confederado.
La capital de los Estados Confederados de América era Montgomery (Alabama), a partir del 4 de febrero de 1861, y hasta el 29 de mayo de 1861. Richmond (Virginia), fue nombrada la nueva capital el 6 de mayo de 1861. Poco antes del final de la guerra, el gobierno confederado evacuó Richmond, con la intención de volver a localizar la capital más hacia el sur. Pero estos planes no se llevaron a cabo, ya que Lee se rendía en el Palacio de Justicia de Appomattox. Danville (Virginia) servía como efímera capital de los últimos días de la Confederación, entre el 3 y el 10 de abril de 1865.

Diplomacia internacional

Una vez comenzada la guerra con los Estados Unidos, las posibilidades de supervivencia de la Confederación pasaban por el apoyo e intervención militar de Francia y el Reino Unido.
Los Estados Unidos tuvieron esta posibilidad bastante clara, y manifestaron que el reconocimiento de la Confederación significaría entrar en guerra con ellos también. También amenazaron respecto al abastecimiento del Reino Unido de alimentos a la Confederación. Los confederados pensaban que el Reino Unido les apoyaría para obtener algodón, incluso utilizaban una frase hecha que pregonaban cuya traducción es «el algodón es el rey». Más tarde se demostraría que estaban equivocados, los británicos en realidad, en 1861, tenían grandes almacenes de algodón y dependía mucho más del grano de Estados Unidos.
Durante su existencia, el gobierno confederado envió repetidas delegaciones a Europa, pero los historiadores no conceden a estos representantes el que consiguieran muchos logros diplomáticos. James M. Mason fue enviado a Londres como ministro confederado ante la reina Victoria, y John Slidell a París como ministro ante Napoleón III. Ambos podían tener reuniones privadas con los altos funcionarios británicos y franceses, pero no consiguieron un reconocimiento oficial para la Confederación.
Gran Bretaña y Estados Unidos estuvieron a punto de entrar en guerra durante el asunto de Trent a finales de 1861. Un buque de guerra estadounidense apresó de forma ilegal a Mason y Slidell que se encontraban en una nave británica. El príncipe Alberto, marido de la reina Victoria, ayudó a calmar la situación, y Lincoln liberó a Mason y Slidell. Así que finalmente este suceso no fue de mucha ayuda para los intereses confederados.
Durante unos cuantos años y mientras transcurría la Guerra de Secesión, el Secretario de Asuntos Exteriores Británico Lord Russel y Napoleón III, y en menor medida el Primer Ministro Británico Lord Palmerston, barajaron la posibilidad de otorgar el reconocimiento oficial de la Confederación, o cuando menos ofrecer la posibilidad de ser mediadores en el conflicto. Pero se percataron que este reconocimiento significaría muchas consecuencias graves y pocas ventajas. Supondría entrar en hostilidades con los Estados Unidos, perder toda posibilidad de comprar el grano que este exportaba, la pérdida de los beneficios derivados de las exportaciones que hacían a los EE.UU, la pérdida de los enormes fondos de seguridad que tenían en Estados Unidos, entrar en una posible guerra en Canadá y otras colonias en Norteamérica, se perderían muchas vidas, supondría una amenaza constante para la marina mercante británica, además de tener que subir los impuestos a sus ciudadanos para mantener estos posibles conflictos. Todo esto a cambio de la posibilidad de obtener mayor cantidad de algodón. Muchos líderes de partidos políticos británicos y la población en general no deseaban una guerra con tan altos costes y tan escasos beneficios.
Las mayores posibilidades de que se produjera el reconocimiento oficial de la Confederación por parte del Reino Unido se dieron tras la Segunda Batalla de Manassas, cuando el gobierno británico se preparó para mediar en el conflicto, pero la victoria de los federales en la Batalla de Antietam y la proclamación de emancipación de Lincoln, junto con la oposición interna, causó que el gobierno se mantuviera apartado del conflicto.
En noviembre de 1863, el diplomático confederado A. Dudley Mann se reunió con el Papa Pío IX, tras la cual la Confederación recibió una carta con el tratamiento «Al ilustre y honorable Jefferson Davis, presidente de los Estados Confederados de América». Mann quiso interpretar en este encabezamiento de la misiva un «reconocimiento positivo de nuestro gobierno», y asemejarlo a un reconocimiento de facto de los Estados Confederados de América. El Secretario de Estado de los confederados, Judah P. Benjamin, sin embargo, interpreta esta carta como «un mero reconocimiento referencial, no relacionado con la cuestión política, ni con el establecimiento regular de relaciones diplomáticas» y así no se le atribuyó la importancia de un reconocimiento formal.29 Por el tiempo que quedaba de guerra, los comisionados confederados continuaron reuniéndose con el Cardenal Antonelli, Secretario de Estado de la Santa Sede. En 1864 el obispo católico Patrick N. Lynch viajó a Roma con la autorización de Jefferson Davis para representar a la Confederación.
Ningún país designó oficialmente a diplomáticos en la Confederación, pero varios mantuvieron sus cónsules en el sur que habían sido designados antes de que comenzaran las escisiones y la posterior guerra. En 1861, Ernst Raven solicitó su aprobación como cónsul en los Estados Confederados de América por el ducado de Sajonia-Coburgo-Gotha, pero él era ciudadano de Texas y no había evidencias de que los dirigentes de Sajonia supieran de la existencia de esta solicitud. En 1863, la Confederación expulsó a todos los cónsules extranjeros (todos eran británicos y franceses) por negarse a promocionar el combate contra los EE. UU. La mayoría de las potencias europeas adoptaron una política de neutralidad, reuniéndose de modo informal con los diplomáticos confederados pero negando cualquier reconocimiento formal. Ningún país envió nunca un embajador o una delegación de funcionariado a Richmond. Sin embargo, aplicaron los principios de derecho internacional para reconocer a la Unión y la Confederación como bandos beligerantes en la guerra. Canadá permitió que representantes de la Confederación y de la Unión trabajaran libremente dentro de sus fronteras, y algunos Gobiernos de estados del norte de México negociaron acuerdos locales para cubrir las necesidades de comercio con la frontera de Texas.

El fracaso de los derechos de los estados para su autogobierno


Bandera de la armada confederada. Debido a su popularidad, durante el siglo XX, se la asocia como la bandera de los Estados Confederados.
El historiador Frank Lawrence Owsley argumentó que la Confederación «murió por la ambición de poderes políticos de autonomía de los diferentes estados».30 31 De acuerdo con Owsley, los poderes legislativos de los estados del Sur y sus Gobernadores, de fuertes convicciones, rechazaron ceder al Gobierno nacional los soldados y recursos necesarios para ganar la guerra porque temían que Richmond les usurpara a los distintos estados la capacidad de gobernarse.
El gobernador de Georgia, Joseph Brown sospechaba que Jefferson Davis era un conspirador con la intención de eliminar poder y libertad de autonomía a los estados que formaban la confederación. Brown declaró: «casi cada acto que se hace para despojarnos de poder, está concebido de mala fe, elaborado y afianzado en una sesión secreta».32
En 1863 el gobernador de Texas, Pendleton Murrah, insistía en que las tropas de Texas eran necesarias para su autodefensa, para protegerse de ataques de indios o de un posible intento de invasión por parte de la Unión. Rechazó, por tanto, enviarlas al Este como les pidió el gobierno confederado.33
Zebulon Vance, gobernador de Carolina del Norte, era notoriamente hostil a Davis y a sus exigencias. La oposición al reclutamiento en Carolina del Norte fue muy intensa y el resultado de tropas reclutadas fue desastroso. La fuerte creencia de Vance en los derechos políticos de autogobierno de los estados lo condujo a ejercer una obstinada oposición al gobierno confederado.34
El vicepresidente Stephens se opuso públicamente al presidente Davis, declarando que cualquier forma de satisfacer las exigencias de éste, solamente debilitaría a la Confederación, y él por tanto no tenía otra opción sino enfrentarse públicamente con la administración confederada y con su presidente. Stephens acusó a Davis de permitir realizar «detenciones arbitrarias» y de eliminar la estructura estatal, y que esto le «confirió más poder que el parlamento inglés había otorgado a su rey». También agregó que Davis intervino para eliminar las reuniones de paz en Carolina del Norte y «colocó un bozal a algunos periodistas», especialmente al periódico contrario a la guerra Raleigh Standard, con la intención de controlar las elecciones de ese estado.
Haciéndose eco de Patrick Henry cuando dijo «dame libertad o dame muerte», Stephens alertó a los sureños de que nunca debían ver la libertad como un derecho «subordinado a la independencia», porque el grito de «independencia primero y libertad después» terminaría finalmente en una «desilusión fatal». El historiador George Rable concluye que «para Stephens, la esencia del patriotismo, el corazón de la causa confederada, se sostenía sobre un compromiso inflexible a la derecha tradicional. En su visión idealista de la política, las necesidades militares, el pragmatismo, y el compromiso no significaron nada».32
La supervivencia de la Confederación dependía en gran medida de tener una fuerte base de civiles comprometidos y soldados empeñados en la victoria. Los soldados se desenvolvieron bien, aunque se produjo un notable aumento de desertores en el último año de la guerra. Los civiles, aunque se mostraron muy entusiastas en los años 1861 y 1862, parecían haber perdido la esperanza en el futuro de la nación antes de 1864, y a cambio se dedicaron a proteger sus propios hogares y comunidades. Como Rable explica, «como la confederación se contrajo, los ciudadanos sensibilizados con la causa se limitaron fundamentalmente a sus propios estados y comunidades. Esta contracción de la visión civil representó un retroceso en el libertarismo de los estados y una desilusión cada vez más extensa hacia el experimento confederado».32

Relaciones con los Estados Unidos

Durante los cuatro años de existencia, los Estados Confederados de América quisieron demostrar su independencia designando decenas de representantes diplomáticos en el exterior. El Gobierno de los Estados Unidos, por el contrario, afirmaba que los estados del Sur eran solamente regiones que se habían declarado en rebeldía y les negaba cualquier reconocimiento formal como país. De esta forma, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, William H. Seward envió instrucciones formales a Charles Francis Adams, nuevo Ministro Plenipotenciario en Gran Bretaña:
No permita ninguna expresión severa o irrespetuosa, o incluso preocupada, referente a los estados escindidos, sus representantes, o su gente. Por el contrario, recuerde constantemente que esos estados son ahora, pues han sido siempre hasta ahora y, a pesar de su temporal autoengaño, deberán continuar siendo siempre, iguales y honrados miembros de la Unión Federal, y que sus ciudadanos a través de todos los malentendidos y enajenaciones políticas, siguen siendo y siempre seguirán siendo nuestros parientes y compatriotas.35
Sin embargo, si los británicos pareciesen inclinados a reconocer la Confederación, o dudar en este respecto, debían ser advertidos de forma directa y explícita:
(Si Gran Bretaña) se inclinara a tolerar el reconocimiento de los llamados estados escindidos, o tuviera indicios de duda, no dejará que supongan ni por un momento que pueden realizar este reconocimiento y seguir siendo aliados de los Estados Unidos. Puede incluso asegurarles de forma inmediata, en ese caso, si se determinan a realizar el reconocimiento, que se pueden preparar, de la misma forma, a entrar en alianza con los enemigos de nuestra república.35
El Congreso Confederado respondió a las hostilidades declarando formalmente la guerra a los Estados Unidos en mayo de 1861, llamándola «la Guerra entre los Estados Confederados de América y los Estados Unidos de América». El gobierno de la Unión nunca declaró formalmente la guerra pero justificó su entrada en las batallas como actos de bloqueo y contención de acciones de rebelión. Las negociaciones que se produjeron a mediados de la guerra se establecieron sin reconocimiento político formal, aunque si se reconocieron relaciones militares.
Cuatro años después de la guerra, en 1869, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos declaró inconstitucional, y legalmente nulo, el decreto de secesión de Texas. La opinión de la corte fue autorizada por el presidente del tribunal Salmon P. Chase. Jefferson Davis, presidente de la ya extinta Confederación, y Alexander Stephens, vicepresidente, apuntaron argumentos a favor de la legalidad de la secesión, de forma notable en la obra de Davis The Rise and Fall of the Confederate Goverment (El ascenso y caída del gobierno confederado).

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