[28.agosto.2012]
La
pasada semana y con firma de J. Cadalso, la
página electrónica del Partido Nacional Republicano
(PNR) publicaba un artículo con el que coincidimos prácticamente
al milímetro.
Su
título, «El PNR, nada que ver con la II República»,
es cien por cien clarificador. La tesis fundamental del mismo
es que el régimen republicano por venir, no puede ser,
de ninguna manera, herencia de «aquella nefasta república
del 14 de abril». Como nacional-sindicalistas, no podemos
dejar de aplaudir este tipo de orientaciones porque, en esencia,
ayudan, en tiempos de confusion aguda, a desenmascarar otra
más de las torpes engañifas de esa ofensiva anestesiante
que conocemos como «memoria histórica»: la
de una III República, como salida al actual laberinto
español, heredera de una idealizada II República
cuya existencia sólo radica en mentes tan ridículas
como calenturientas.
Una
República pequeño-burguesa como la que se pretende
por algunos sectores de la izquierda vendría ser, sic
et nunc, lo más parecido a una reedición
emponzoñada de esa estulticia suicida que fue el «zapaterismo».
Lo que los españoles necesitamos es, aparte de cerrar
de manera irreversible el desgraciado capítulo de la
estirpe de los Borbones, no un regreso al pasado —o, peor
aún, a la idealización de un pasado de todo punto
inasumible—, sino construir un Estado de novedad radical:
unitario, nacional, socialmente justo y, sobre todo, abiertamente
incompatible cualquier tipo de extravíos oligárquicos,
ya sean éstos de carácter social-demócrata
o de vitola derechista.
Este
es el artículo completo:
«El
Partido Nacional Republicano es ante todo un partido nacionalista
español de lo que, consecuentemente, se deriva su carácter
republicano, socialista y democrático. No obstante, existe
una confusión generalizada que vincula a todo republicanismo
actual con el funesto periodo de la II República. Es
el motivo que aleja a algunos compatriotas de nuestra causa.
Por el contrario, algunas personas despistadas se acercan con
la presunción de que el PNR, en tanto que republicano,
simpatizaría con aquella nefasta república del
14 de abril.
Lamentablemente,
en nuestros días vemos ondear con cierta profusión
las banderas tricolores del republicanismo trasnochado y guerracivilista.
Se han colado en medio de las muchedumbres que de manera incipiente
e inorgánica comienzan a protestar ante los golpes que
les propina el juancarlismo. Es la enseña del resentimiento
de los falsarios de cierta “memoria histórica”
que identifica a los republicanos in péctore de la izquierda
institucionalizada del régimen: PSOE, IU y los grandes
aparatos sindicales, flanqueados por una nebulosa difusa de
elementos radicales y marginales, mitómanos y nostálgicos
que vindican la restauración de una “legitimidad”
truncada.
Ese republicanismo amoratado, como su bandera, es el que podría
prestar una mano de pintura a este régimen reinventado
–ya sin corona– en una suerte de maniobra gatopardista,
con un gobierno de “conciliación nacional”
afanado en el cumplimiento –rebajado– de los planes
de ajuste impuestos por Eurolandia e inmerso en el montaje de
una república parlamentaria, debatiéndose entre
la federación y la confederación de republiquillas
ex españolas.
Republicanos, por supuesto
La monarquía es una institución antidemocrática,
pues usurpa una porción de la soberanía popular,
adjudicándola a una familia, y niega la igualdad ciudadana:
sólo miembros de esa familia pueden ser jefes de Estado.
La monarquía juancarlista es ante todo un régimen
al servicio del gran capital –financiero y oligopolista–.
Y además, se ha instituido sobre la base del pacto de
hierro con las oligarquías económicas y políticas
del separatismo de Cataluña y Vascongadas. Es eminentemente
parasitaria y se ha enriquecido con el expolio y sus manejos
de "comisionista".
El Partido Nacional Republicano defiende una república
de corte unitario, que implica la supresión de comunidades
autónomas, fueros, cupos, conciertos y demás reliquias
feudales. Esto es así por dos razones fundamentales:
primeramente, para reconstruir en forma democrática la
integridad política de la Nación española.
En segundo lugar, para la reconstrucción económica
de la misma: hasta economistas del sistema admiten que es imposible
un desarrollo económico con la carga parasitaria que
implican 17 mini-estados, con sus correspondientes presidentes,
ministrillos consejeros y sus respectivos séquitos y
legiones de secretarios generales, directores generales, embajadas,
organismos autónomos, sociedades y demás entes
fantasmagóricos que camuflan su gasto fuera de todo control.
No debería de caber la menor duda de que o erigimos un
Estado español centralizado en forma republicana moderna,
con una banca pública y el 70% del gasto en manos del
gobierno central –al contrario de lo que sucede ahora–,
o caeremos en una situación tercermundista de colonia
de Alemania.
Deshacer equívocos
El Partido Nacional Republicano considera a la II República
una experiencia desastrosa: una república liberal parlamentaria
burguesa, que culminó con una fase estalinista-separatista,
propiciando el triunfo de Franco y de todo lo que ha venido
después.
Ninguna de las fuerzas políticas que concurrieron en
esa república era democrática; todas ellas sólo
perseguían su propia dictadura. Y ninguna de ellas rebasaba
en sus programas el orden social capitalista.
A diferencia de quienes quieren volver a la II República,
el Partido Nacional Republicano postula la necesidad de:
•
Una república unitaria, sin cortijos autonómicos,
como los que comenzó a reconocer la II República
en su “estado integral”.
•
Una república democrática presidencialista, no
liberal parlamentaria.
•
Una república laica, no confesional, pero ajena al anticlericalismo
tabernario de analfabetos y asaltadores de conventos como el
que impulsó la II República.
•
Una república socialista –con socialización
de la banca, grandes sectores estratégicos y servicios–
y no una república pequeñoburguesa, con algunas
cutres colectivizaciones anarquistas en el 36, que fueron disueltas
a tiros por los comunistas.
Nuestra propuesta republicana no tiene nada que ver con la II
República. Es lógico que con las banderas ocurra
lo mismo: El Partido Nacional Republicano defiende como bandera
de la III República la bicolor, roja y gualda.
No somos los únicos republicanos que rechazamos la II
República, su ideario, su historia y sus símbolos.
No se puede volver atrás en la historia. Y si fuese posible,
no querríamos volver.»
-------------------------------------------
Comunicado de Resistencia Cristaiana
Ante una incipiente Republica Española
Ante esta incipientede auge del republicanismo tenemos que decir que no somos ni para nosotros el termino republica no es un incipiente en nuestra forma de pensar. Nosotros como NR-Tradicionalistas , ponemos mas incidencia en los adjetivos por enejmplo una republica de corte tradicionalista y nr, si estariamos de acuerdo aligual que una monarquia de corte tradicionalista y nr.
Nuestra incidencia es en que somos identitarios y ponemos mas incidencia en eso queremos que se respeta la identidad etnicacultural y espiritual de los pueblos ponemos incapie en una unidad en la diversidad mas en una unidad ó uniformismo que es lo que parecen querer estos falangistas y los del PNR.
Nosotros no queremos un estado centralista y jacobino por mucho que se llame republica y menos una mosnruia de corte centralista.
El lo que si coincidimos todos es en desechar la II republica nadaie queire una republica nacida del 14 de Abril.
Este articulo incurre en loq ue parece que estan diciendo los del PP atacar el estado de las autonomias que noso gusta tanto por el gasto inutil como por la des vertebración dela s comuniddes historicas como dividir a castilla en tres etc.
Pero esta genet utiliza estos males para intentar crear una con ciencia que el centralsimo es la unica solución y hay se han dejado ver los falangistas como los del PNR con toda esa retaila delos miniestados.
Nuestra propuesta pasa por lo que llamamos un nacionalismo unitario
dentro de un Estado Nacional Patriotico. Que nada tien de centralista por la unidad de las diversas Comuinidades ó Naciones Hispanicas o Iberas el significado biene aser el mismo pero el nombre no esta 100% definido.
No tenemos miedo al termino nación ya si estamos en de unir estado-naciones es un termino que procede de la Revolución Francesa asi no nos gusta. Asi en el Estado Español pueden confluir y con fluyen diversas naciones.
En lo unico que podriamos estar de acuerdo es crear una economia Nacional sindicalista alejada del capitalismo y acabara de una vez por todas con la pobreza y la marginación de las persoana y las devuelva la dignidad que como hijos de Dios se merecen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario