domingo, 8 de enero de 2012

La voz de la tradición Católica


El joven seminarista, Marcel Lefebvre
La Iglesia es la única Sociedad que Nuestro Señor Jesucristo ha fundado para nuestra salvación: la Iglesia no es una sociedad que sea tan sólo útil para nuestra salvación, sino que es indispensable, necesaria para nuestra salvación. No podemos salvarnos sin la Iglesia, no podemos alcanzar la vida eterna sin pasar por la Iglesia. Entonces, me diréis: “Monseñor, ningún protestante, ningún budista o ningún animista se salvará”. No es eso lo que he dicho, sino que he dicho, y lo confirmo, y lo afirmo, porque no soy yo quien lo dice sino la Iglesia, que lo ha dicho siempre y siempre lo ha creído, que nadie, incluso entre los musulmanes, puede salvarse más que por la gracia de la Iglesia Católica, por la gracia de la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo. Sólo hay una Cruz por la que se puede uno salvar y esa Cruz se la ha dado a la Iglesia Católica: No le ha sido dada a los demás. Esa Cruz y ese sacrificio de la Cruz se continúan sobre nuestros altares, y eso es precisamente el corazón de la Iglesia, la razón de ser de la Iglesia. Todas las gracias nos vienen por la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, y Nuestro Señor sólo tiene una esposa mística que es la Santa Iglesia Católica. Sin duda que hay almas que se salvan fuera de la Iglesia visible, pero ya sabéis perfectamente que hay tres bautizos: el bautismo de agua, el bautismo de sangre y el bautismo de deseo… No se puede salvar uno por el Islam, por el Budismo, por el protestantismo, no se salva uno por el error. No hay iglesia budista en el cielo, no hay iglesia musulmana en el cielo; hay una única Iglesia en el cielo: la Iglesia Católica. Es el mismo Dios quien la fundó. Son cosas que pueden parecer duras de decir, y sin embargo son verdad. No soy yo quien fundó la Iglesia, es Nuestro Señor, es el Hijo de Dios, es Él quien lo hizo. Y estamos obligados, nosotros sacerdotes, a decir la verdad.

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